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50 AÑOS DE VIDA

HOMILÍA EN LAS BODAS DE ORO MATRIMONIALES DE LUIS Y YOLI

Quito, 30 de abril de 2022

 Por Mons. Alfredo José Espinoza Mateus, sdb

Hoy nos reunimos con alegría y fe, para dar gracias a Dios por las vidas de Luis Germánico y Gladys Yolanda que celebran sus Bodas de Oro Matrimoniales.

Como dice la introducción a esta celebración, son “”50 AÑOS de fidelidad tejida día a día desde los pequeños detalles. “50 AÑOS” de alegrías, triunfos, esfuerzos, logros, luchas, cansancios, crisis y enfermedades”

Son “50 AÑOS” DE VIDA. Ustedes dos, queridos Luis y Yoli, iniciaron hace cincuenta años, llenos de ilusión y temor, un camino. Salieron de la iglesia tomados de las manos, salieron los dos, con un corazón grande, amándose y poniendo bajo la mirada de Dios la aventura que iniciaban.

Han caminado “tomados de la mano”, ésa ha sido su fortaleza; no han recorrido caminos paralelos, han recorrido un único camino con constancia y esfuerzo, pero sobre todo con esperanza, convirtiéndose en “bendecidos años de amor perseverante y de íntima convivencia”. Es que el amor, como dice Robert, “…es un sendero que se recorre despacio, disfrutando de cada paso”.

¿Cómo están hoy en este momento de celebración? ¿Cómo va ese amor? ¿Se quieren como el primer día de su matrimonio? ¿Conservan hoy la ilusión con la que comenzaron este camino?

Estoy convencido de que no se quieren como el primer día, es imposible que ocurra ello. Hoy se quieren más, mucho más. Ustedes han madurado en el amor, es un amor que ha crecido y se ha fortalecido. Esa “semilla” sembrada, regada y cuidada día a día, ha crecido y dio sus frutos en las vidas de sus hijos Robert, Juan Carlos y Diego, en la vida de sus hijas políticas y sus nietos.

La Palabra de Dios que hemos proclamado nos habla de un amarse profundamente, un amarse como “Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella”. Se les pide, yo diría que no solamente a ti, querido Luis, sino también a ti, mi querida Yolita, “amarse como a sus propios cuerpos”, porque nadie aborrece jamás a su propia carne, “antes bien, la alimenta y la cuida con cariño, lo mismo que Cristo a su Iglesia, pues somos miembros de su Cuerpo”.

Y Cristo los invita a seguir “permaneciendo en su amor” y deben hacerlo porque Él los ha amado. Ahí está la fuente del amor, en que Cristo nos ama. El Señor nos da un mandamiento, nos señala el camino del amor y la luz de este camino que es su propio amor por nosotros.

¿Qué les pido hoy en esta celebración de sus Bodas de Oro Matrimoniales? Les pido cuatro cosas concretas:

La primera es que VIVAN LA NOVEDAD. En su vida matrimonial vivan la novedad, no vivan un pasado, vivan un hoy. Vivan la permanente novedad del Evangelio y de la condición de ser cristianos y de ser llamados al amor matrimonial. Se trata de no acostumbrarse, de no acomodarse, de no instalarse o anclarse en una rutina, la rutina mata el amor.

No pierdan queridos Luis y Yolita, la capacidad de asombro, la apertura efectiva y afectiva a la Providencia, al amor de Dios.

El celebrar los 50 años de Matrimonio, es asumir el compromiso de seguir viviendo la novedad y la alegría como ese primer día; y hoy lo viven con un amor más maduro por el paso de los años. Vivan abiertos a lo que Dios vaya poniendo en sus vidas cada día.

El Papa Francisco nos dice: “La novedad nos da siempre un poco de miedo… no tengamos miedo a que Dios nos lleve por caminos nuevos, nos saque de nuestros horizontes con frecuencia limitados, cerrados, egoístas, para abrirnos a los suyos”. Esta novedad de Dios en sus vidas es la que les dará la verdadera alegría, la verdadera serenidad, porque saben que Dios los ama y siempre querrá el bien de ustedes.

En segundo lugar, VIVAN SU VOCACIÓN MATRIMONIAL. Todos tenemos la vocación a la vida, pero cada uno tiene una vocación específica. Ustedes, Luis y Yoli, descubrieron su vocación a la vida matrimonial. La vocación es una llamada que exige una respuesta; ustedes respondieron y hoy celebramos con alegría los cincuenta años de ese “sí” a la llamada que Dios les hizo.

No somos nosotros los que hemos elegido. Él nos ha elegido a nosotros. Es el Señor el que los eligió a ustedes. La vocación es siempre esa “Iniciativa de Dios”. Francisco nos pide que, “Caminemos con decisión hacia la santidad… No podemos ser cristianos por instantes. Busquemos vivir nuestra fe en cada momento, cada día”. Viviendo así, darán sentido a sus vidas y a su vocación.

No dejen de vivir con amor y alegría su vocación matrimonial y sepan que ese es el camino para la santidad de cada uno de ustedes. Francisco nos recuerda que la santidad es “reflejar a Dios”. Ustedes, con su amor matrimonial, deben reflejar a Dios en sus vidas, reflejar a Dios a sus hijos, a sus nietos, a sus familiares y a todos sus amigos. Y este es el tercer pedido o compromiso que les pido a ustedes hoy: VIVAN REFLEJANDO A DIOS EN SUS VIDAS. Que Dios sea siempre el centro de sus vidas, de su hogar, de su familia. Que en Dios caminen cada día, que no dejen de descubrir el amor de Él en ustedes. Vean siempre a un Dios cercano, no a un Dios lejano. Descubran a un Dios que se acerca a la vida de ustedes, que sale a buscarlos. Y es a ese Dios al que deben reflejar. Que los otros, los que se acerquen a ustedes, sientan la caricia de un Dios que los ama.

Por último, VIVAN LAS TRES “D”. Siempre, cuando celebro un matrimonio, les pido a los novios que vivan las “tres D”, hoy se los pido a ustedes. ¿Cuáles son esas tres D?: DIOS, DIÁLOGO y DETALLES. Sigan “tejiendo” la vida matrimonial de ustedes con estas tres “D”. Un tejido que tenga a Dios cada día en sus corazones y en sus horizontes, un tejido de diálogo, comprensión y perdón, y, sobre todo, no dejen de tener esos “detalles de amor” como en el primer día, o cuando eran novios, detalles que llenaron el corazón del uno y del otro, detalles que enamoraron y conquistaron. Sigan conquistándose cada día, no pierdan esa ilusión por enamorarse más y más, por amarse más y más, y por ser testimonio de un amor hecho vida, hecho familia, hecho sacerdocio en la vida de Robert y hecho don para los demás.

Qué mejor frase para terminar esta homilía que las de su hijo Robert: “El amor no es contar los años, sino que los años cuenten. Ustedes lo han conseguido y sus hijos y nietos estamos muy orgullosos”. ASÍ SEA.