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“Carita de Dios”

HOMILÍA EN EL TE DEUM POR QUITO

Quito, 25 de noviembre de 2022

Por Mons. Alfredo José Espinoza Mateus, sdb

Quito luz de América”, “Carita de Dios”, “Edén de Maravillas”; son algunas de las frases utilizadas por poetas a lo largo del tiempo, para describir la belleza de nuestra ciudad capital, ciudad que nos acoge a todos, a propios y extraños, ciudad a la que llegamos a querer y a sentirla nuestra.

Y hoy, en esta celebración de los 488 años de su Fundación, quiero comenzar así, con líneas poéticas describiendo a Quito. He buscado algunos poemas a esta bella tierra, que vibra y siente en La Magdalena, en San Juan, San Blas, Guajaló, Calderón, Carcelén, Llano Grande y Llano Chico, Chimbacalle y su Campeón el Aucas, Pomasqui, La Ferroviaria, La Tola, el Centro Histórico y tantos, tantos otros barrios que son vida y corazón de la ciudad.

Por eso, como dice el poeta, “Tanta hermosura hay en Quito que dudo, al ver su primor, si acaso es del cielo flor, si acaso es del mundo estrella; es, en fin, ciudad tan bella que parece en tal hechizo, que la omnipotencia quiso, dar una señal patente que asid en el Occidente el terrenal paraíso… Esta ciudad primorosa, manantial de gente amable, cortés, discreta y afable, advertida e ingeniosa, es mi patria venturosa”.

Con un corazón hecho quiteño, con una vida que recorre cada barrio, cada rincón de esta bella capital, va un ¡Viva Quito! Es un grito de vida, de compromiso, de servicio, de entrega y de amor, como creo que debe ser la expresión de todos los que vivimos aquí, propios y extraños, y queremos hacer de Quito una ciudad grande.

Este “¡Viva Quito!” lo elevo como creyente. Estamos aquí hoy como hombres y mujeres creyentes. Estamos para dar gracias a Dios por esta ciudad y, ante Dios, pedimos por esta ciudad soñada por el incario, hecha por Atahualpa y amada por España.

¿A qué les compromete el grito de VIVA QUITO? ¿A qué me compromete a mí?

¿Serán palabras que diremos en estos días de fiesta y que luego pasarán quedando en el olvido? ¿Será un grito dicho por costumbre pero que no implica vida y acción?

Estoy seguro, señor Alcalde y señores Concejales, que ustedes también dirán “Viva Quito”, o que ya lo han dicho y han bailado o bailarán el “chulla quiteño”. Y a ustedes, sí, a ustedes hombres y mujeres que en estos años han forjado y que algunos buscan forjar el futuro de la ciudad, ¿A qué los compromete?

En una de las estrofas del Himno, se habla de que Quito es cuna de héroes y artistas y una antorcha de luz y verdad, y hoy, cuando decimos gracias a Dios por Quito, por su historia, su presente y futuro, por su gente, nacida en estos lares y muchos que hemos venido de lejos, les invito a que la gran “verdad” de Quito sea la PAZ y la UNIDAD.

La paz no es sólo el deseo de Quito, la paz es el deseo, el sueño y el anhelo de todo nuestro país. Hoy el país sufre la violencia, el crimen organizado, el sicariato, la muerte de inocentes y el narcotráfico. Por eso, hoy me atrevo a levantar mi voz, y la levanto aquí, delante de ustedes. Soñemos la paz, construyamos la paz, esforcémonos por hacer de Quito una ciudad de paz.

¿Qué pido hoy a la Virgen de la Merced, patrona de Quito? Pido PAZ. Sí, pido paz ante la violencia y la división que vivimos. Pido paz ante los intereses particulares y partidistas. Pido paz ante la falta de diálogo y de escucha. Pido paz ante la ceguera política que no construye, sino que divide.

¿Cómo podemos construir la paz? Hay un solo camino queridos hermanos. La paz se puede construir si sabemos respetar al otro y sabemos verlo como hermano. El Papa Francisco nos lo dice claramente: “Respetémonos y amémonos los unos a los otros como hermanos y hermanas… ése es el camino de la paz”.

¿Estamos dispuestos a recorrer ese camino? ¿Queremos derribar muros y construir puentes para acercarnos como hermanos? ¿Miro al otro como hermano o lo miro

simplemente como adversario político? ¿Cómo hermanos buscamos hacer de Quito una ciudad de paz?

Los Obispos del Ecuador hace unas tres semanas publicamos un comunicado al que titulamos “¡La Paz triunfará!”. No queremos que sea solamente una frase, un escrito, unas letras, queremos que hagamos vida este deseo de paz, por eso, “Exhortamos a todos los cristianos, a no bajar los brazos, a no ceder a la tentación de ser parte de la violencia, a no hacerle el juego al miedo…”.

Hoy les pido a ustedes que se sumen a esta visión de paz y de esperanza. Digamos junto con el ¡Viva Quito!, un “¡Viva la Paz!”.

La segunda “verdad” de Quito debe ser la UNIDAD. Busquemos juntos la unidad, seamos constructores y forjadores de unidad; que Quito viva en la unidad, una unidad como ciudad, una unidad como familia, una unidad como barrio, una unidad como comunidad.

La unidad se define como “armonía entre las personas de un grupo. La unidad se mantiene al concretar energía y dirigir el pensamiento, al aceptar y apreciar el valor de los otros y la contribución que cada uno puede hacer y al permanecer leal, no sólo el uno al otro, sino también a la tarea” (Francisco).

Podría decir, tomando una idea del Papa Francisco, que “la unidad es una tarea artesanal”. Es que debemos, con nuestras manos, con nuestra mente, con nuestro corazón y con nuestro espíritu, moldear la unidad y hacerla realidad, que sea una gran obra de arte hecha por todos nosotros, a eso los invito hoy a todos, que estas fiestas quiteñas sean constructoras de unidad.

Construyamos esa unidad a partir de una visión compartida, de una esperanza anhelada, un fin noble o una causa para el bien común. Y solamente desde la auténtica unidad, tendremos fuerza y valor para hacer que lo imposible se haga posible.

Termino, como comencé esta homilía, con líneas poéticas: “Por eso hierve en mi sangre este sentir tan Quiteño, en mí se cruzan los barrios como los nervios de un cuerpo. Me abran sus campanarios en las puntas de los dedos y tengo mi Plaza Grande aquí en el centro del pecho”.

A esta Plaza Grande la miro cada día. En esta Plaza Grande, llena de vida, de trabajo y de esfuerzo, digo hoy con alta y sonora voz un ¡Viva Quito!, que nace del corazón. ASÍ SEA.