Skip to main content

¿Doy yo testimonio de Jesús?

HOMILÍA EN EL II DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Tambillo, 15 de enero de 2023

Por Mons. Alfredo José Espinoza Mateus, sdb

Una alegría volver a esta querida Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Tambillo. Eran ya muchos años que no venía, la visité en el primer año de mi recorrido por las parroquias.

Y me alegro sinceramente, y los felicito de corazón, por este maravilloso pesebre que ustedes han hecho. Han convertido toda la iglesia en una verdadera gruta de Belén, en un gran pesebre, pero no olviden una cosa, que considero fundamental, “el mejor pesebre es nuestro corazón”. Es ahí, en el corazón de cada uno de ustedes, en el corazón de cada familia de esta tierra, en el que debe nacer el Señor y en el que debe permanecer el Señor.

Este segundo domingo del Tiempo Ordinario supone una continuación a la Epifanía y la fiesta del Bautismo de Jesús. La Palabra de Dios nos habla de la manifestación de Jesús.

Veamos el Evangelio, el mismo hoy nos presenta a Juan el Bautista en el momento en que da testimonio de Jesús. Al ver a Jesús que venía hacia él, dijo: “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”…”. Juan el Bautista señala al Mesías, podemos decir que no se queda en él, todo lo contrario, indica a quién deben seguir, quién es el Cordero de Dios.

El Papa Francisco nos dice: “El Bautista no puede frenar el urgente deseo de dar testimonio de Jesús y declara: “Y yo lo he visto y doy testimonio”. Juan vio algo impactante, es decir, al Hijo amado de Dios en solidaridad con los pecadores; y el Espíritu Santo le hizo comprender la novedad inaudita, el verdadero cambio de rumbo”. ¿Cuál es esa novedad? Es la de que Dios da a su Hijo para la salvación de todos los hombres. Es un Dios que se acerca, que ha venido, que acompaña nuestra vida, que no nos deja solos, que camina con nosotros y que da la vida, su vida, por nuestra salvación.

Algunos de los discípulos, al oír este testimonio de Juan el Bautista, siguieron a Jesús, se fueron tras Él y estaban alegres: “Hemos encontrado al Mesías”, van a ser sus palabras. Han sentido la presencia de Jesús, pero, ¿por qué han encontrado a Jesús? Lo han encontrado porque hubo un testigo, porque había un hombre que dio testimonio de Jesús.

Aquí me vienen a la mente dos preguntas claves. La primera es: ¿En mi vida cristiana, doy testimonio de Jesús? Francisco nos dice: “Lo mismo sucede en nuestras vidas. Hay muchos cristianos que dicen que Jesús es Dios; hay muchos sacerdotes que profesan que Jesús es Dios, muchos obispos…Pero, ¿todos dan testimonio de Jesús?”

Esta idea me ha hecho pensar mucho. ¿Doy yo testimonio de Jesús? ¿Das tú testimonio de Jesús? ¿Da el P. Edison testimonio de Jesús? Es que nos puede pasar que somos cristianos con una forma de vida como cualquier otra, nos contentamos con “cumplir” ciertas prácticas y cumplir los mandamientos y nada más, pero falta algo, algo fundamental.

“Ser cristiano, en primer lugar, es dar testimonio de Jesús. Lo primero de todo. Y esto es lo que hicieron los Apóstoles: los apóstoles daban testimonio de Jesús, y por esto el cristianismo se ha extendido por todo el mundo” (Francisco).

Y este dar testimonio es en lo pequeño, en la vida ordinaria de cada día, como también lo es en lo grande, en lo que el Señor nos vaya pidiendo hasta llegar a dar la vida y dar la vida por Cristo, por el Evangelio.

Sería bueno que pensemos en este momento, y los invito a pensar en su interior, en su corazón. Piensen quién dio testimonio de Jesús en sus vidas. Alguien, quizás mamá, quizás una tía, un amigo, un sacerdote, con el testimonio que les dieron a ustedes, les presentaron la persona de Jesús y la hicieron atrayente, por eso ustedes hoy son cristianos y buscan ser cristianos en su día a día.

La otra pregunta que quería hacerles es si conocemos realmente la persona de Jesús. ¿Quién es Jesús para ti? Juan el Bautista presenta al Cordero de Dios, al que tenía que venir, al que bautizaría con Espíritu Santo. Es importante que te preguntes quién es Jesús para ti y si has ido creciendo en ese conocimiento del Señor.

Me gusta mucho una reflexión que hace el Papa Francisco y que la comparto hoy con ustedes, queridos hermanos: “Aprendamos de Juan el Bautista a no dar por sentado que ya conocemos a Jesús, que ya lo conocemos todo de Él. No es así. Detengámonos en el Evangelio, quizás incluso contemplando un ícono de Cristo, un “Rostro Santo”. Contemplemos con los ojos y más aún con el corazón; y dejémonos instruir por el Espíritu Santo, que dentro de nosotros nos dice: ¡Es Él! Es el Hijo de Dios hecho cordero inmolado por amor…”

Estamos llamados todos a profundizar en la persona de Jesús, a descubrirlo en nuestro corazón, a dejarnos conquistar por Él y a seguirlo de verdad.

Pero no solamente seguirlo. Hoy, de manera particular estamos invitados a convertirnos en Testigos de Jesús, y solamente podemos ser testigos cuando lo hemos descubierto en nuestras vidas. Nadie puede dar testimonio de algo que no conoce o de alguien que no conoce.

Tú, yo, todos nosotros, debemos señalar el camino a otros, debemos invitar a otros a seguir a Jesús, el Cordero de Dios, y lo podremos hacer cuando lo conozcamos de verdad y en profundidad.

Recuerden, “Ser testigo no significa ser santo, pero sí ser un pobre hombre, una pobre mujer que dice: “Sí, yo soy un pecador, pero Jesús es el Señor y doy testimonio de Él, y yo trato de hacer el bien todos los días, para corregir mi vida, para ir por el camino correcto” (Francisco).

Que la Virgen María, nuestra Madre de la Asunción, nos dé la fuerza de dar testimonio de su Hijo Jesús, de anunciarlo con alegría con una vida liberada del mal. ASÍ SEA.