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El Espíritu crea armonía en nuestros corazones

HOMILÍA DE PENTECOSTÉS

Por Mons. Alfredo José Espinoza Mateus, sdb

Quito, 28 de mayo de 2023

Hoy es Pentecostés, la venida del Espíritu Santo sobre María y los Apóstoles. Hoy sigue viniendo el Espíritu y sigue encendiendo el fuego en la Iglesia, y lo hace de manera especial en este tiempo, siendo la fuerza y el aliento en el Camino Sinodal que vive la Iglesia.

El Espíritu, en el día de Pentecostés, bajó del cielo en forma de “lenguas de fuego”, hubo un ruido fuerte y un viento que soplaba. Y este Espíritu se posa sobre cada uno de ellos y se llenaron todos del Espíritu Santo.

El Papa Francisco, en este día nos ha dicho que, “La Palabra de Dios hoy nos muestra al Espíritu Santo en acción. Lo vemos actuar en tres momentos: en el mundo que ha creado, en la Iglesia y en nuestros corazones”.

Hemos rezado con el Salmo: “Si envías tu aliento, son creados”. Podemos preguntarnos, ¿qué hace el Espíritu Santo en la creación del mundo? Francisco nos responde: “Si se intenta sustraer al Espíritu de la creación, todas las cosas se mezclan y la vida surge sin ley, sin orden. Esta es la función del Espíritu: es Aquel que, al principio, y en todo tiempo, hace pasar las realidades creadas del desorden al orden, de la dispersión a la cohesión, de la confusión a la armonía”.

 

Y hoy no vivimos esa armonía en el mundo. El mundo no se deja guiar muchas veces por el Espíritu; y de la armonía creamos división y discordia. “Estamos todos conectados y, sin embargo, nos encontramos desconectados entre nosotros, anestesiados por la indiferencia y oprimidos por la soledad” (Francisco). Las guerras y conflictos son una muestra clara del mal que el hombre puede llegar a realizar. No es el Espíritu Santo el que nos mueve, es el espíritu de la división, el diablo, cuyo nombre significa precisamente “el que divide” (Francisco).

El Papa nos dice: “Él goza con los antagonismos, con las injusticias, con las calumnias; son su alegría”. Pero no veamos esto lejano a nosotros. Pensemos en nuestras familias, en nuestro país, en nuestra ciudad, ¿cuánta división, envidia, rencores, muertes, violencia, sicariato, narcotráfico? Todo es fruto del espíritu del mal, de la división, del caos que él quiere imponer.

Pidamos hoy la venida del Espíritu Santo a nuestras vidas, a nuestro mundo, para que El Espíritu de Dios recree la armonía en nuestras vidas y podamos ser constructores de un mundo de paz, de amor, de justicia, de fraternidad.

Desde Pentecostés, el Espíritu Santo actúa en la Iglesia. No da comienzo a la Iglesia impartiendo normas a la comunidad, sino que desciende sobre cada uno de los apóstoles; cada uno recibió gracias particulares y carismas diferentes. El Espíritu da armonía en esta diversidad, Francisco nos dice que, al Espíritu, “le gusta crear armonía partiendo precisamente de la pluralidad”. Somos Iglesia, una Iglesia con muchos dones, con mucha diversidad, pero UNA IGLESIA, así con mayúsculas. Una Iglesia en la que cada uno aporta desde su realidad, desde sus valores, desde su carisma. Una Iglesia que habla diferentes lenguas y que nos permite escuchar y comprender las “diferentes lenguas” de los demás. Pero, esto lo podremos hacer si estamos llenos del Espíritu Santo, si estamos dispuestos a escuchar y a vivir este camino de la escucha, el camino sinodal.

Y el Sínodo, insiste Francisco, “debe ser un camino según el Espíritu, no un parlamento para reclamar derechos y necesidades de acuerdo a la agenda del mundo, no la ocasión para ir donde nos lleva el viento, sino la oportunidad para ser dóciles al soplo del Espíritu. Porque, en el mar de la historia, la Iglesia navega sólo con él, que es “el alma de la Iglesia”…”.

 

El Espíritu nos mueve a salir, no nos hace quedar instalados, inertes. Debemos ser esa Iglesia “en salida”, lanzados a Evangelizar, a escuchar al mundo de hoy, a llegar a las periferias, a ser portadores de misericordia. Cada uno de nosotros debe pedir hoy, y cada día, la venida del Espíritu Santo a su vida, y debe dejarse llenar por ese Espíritu de amor de Dios, que transforma y nos hace nuevos. No olvidemos que, como nos dice Francisco, “Con Él, la fe es vida, el amor del Señor nos conquista y la esperanza renace”.

 

Y les hago una confesión, en la reunión del Comité Pontificio Eucarístico para los Congresos Eucarísticos que tuvimos el miércoles pasado, el Cardenal Grech dijo algo que marca el camino de preparación que estamos realizando: “El Congreso es la Vigilia del Sínodo”. Ahí está un gran desafío, que el Congreso sea lleno del Espíritu del amor, que cree armonía, que construya fraternidad, que sane el mundo, porque el Espíritu es armonía.

Por último, el Espíritu crea armonía en nuestros corazones. Jesús da el don del Espíritu para “perdonar los pecados, es decir, para reconciliar los ánimos, para armonizar los corazones lacerados por el mal, rotos por las heridas, disgregados por los sentimientos de culpa”.

 

El Papa Francisco nos invita a preguntarnos: “¿soy dócil a la armonía del Espíritu o sigo mis proyectos, mis ideas, sin dejarme modelar, sin dejarme transformar por Él? ¿Mi modo de vivir la fe es dócil al Espíritu? ¿Acojo su poder creador armonioso, acojo su perdón que da paz, y a mi vez perdono? ¿Perdono, promuevo reconciliación y creo comunión, o estoy siempre husmeando dónde hay dificultades para criticar, para dividir, para destruir?”.

 

Pidamos hoy un corazón nuevo que cree armonía, un corazón nuevo de solidaridad y fraternidad, un corazón nuevo de justicia y de verdad.

Pidamos hoy un corazón nuevo de perdón y de paz. Un corazón nuevo que no destruya con la calumnia o la murmuración. Un corazón nuevo de honradez frente a la corrupción que quiere imponerse.

Pidamos hoy un corazón nuevo que opte por la vida, que luche contra el aborto, que condene la violencia de todo tipo. Sí, un corazón de vida ante tanta muerte que vemos a diario y que nos duele profundamente.

Pidamos hoy un corazón nuevo de fortaleza frente al miedo que busca imponerse como regla en nuestro país. Un corazón nuevo para cada una de las familias y para esta parroquia, un corazón que una, armonice, construya y nos lance a ser mejores cristianos hoy.

Y oremos con Francisco diciendo: “Espíritu Santo, Espíritu de Jesús y del Padre, fuente inagotable de armonía, te encomendamos el mundo, te consagramos la Iglesia y nuestros corazones. Ven, Espíritu creador, armonía de la humanidad, renueva la faz de la tierra. Ven, Don de dones, armonía de la Iglesia, únenos a Ti, Ven, Espíritu de perdón, armonía del corazón, transfórmanos como Tú sabes, por intercesión de María”.

ASÍ SEA.