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“el Señor los envía para acompañarnos por el camino de la vida”.

HOMILÍA EN LA FIESTA DE LOS ARCÁNGELES

Valle de los Chillos, 29 de septiembre de 2021

Por Mons. Alfredo José Espinoza Mateus, sdb

Con mucha alegría vengo a esta Parroquia “San Gabriel” de los Chillos, precisamente en este día que celebramos a los Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. Pero es doble fiesta, pues en este día posesiono al P. Ángel Tapia como nuevo Párroco de esta querida Parroquia.

Será para ti, querido Ángel, tu primera Parroquia como párroco, tu “primer amor”. Y ello te va a marcar y no creo equivocarme al decir que tú también vas a marcar la vida de esta Parroquia y la vida de tus fieles

A Angelito, como lo llamo con cariño, no solamente por el porte, sino también por su juventud, cuando me llamó a invitar para que asista hoy, le dije: “Eres un Ángel que prepara la Fiesta de los Arcángeles”.

¿Qué nos dice a nosotros hoy esta Fiesta? ¿Es una celebración más o nos compromete a algo? Celebrar es comprometernos para la vida.

Francisco dice con claridad que, a los Arcángeles, “el Señor los envía para acompañarnos por el camino de la vida”. Es decir, Dios no nos deja solos, Dios sabe que el camino de la vida, el tuyo, el mío, el de todos nosotros, no es un camino fácil, es un camino con altas y bajas, a veces escarpado, un camino largo y duro de recorrer, por eso se preocupa y nos envía esos “compañeros” que nos ayudan en forma concreta.

Y aquí les pregunto: ¿Se sienten solos en el camino de la vida? ¿Has experimentado esa presencia de los Arcángeles como compañeros de tu camino? Y aquí les señalo el primer compromiso: debemos convertirnos en compañeros de camino de la vida de los demás, comenzando por los más cercanos. ¿Acompañas a los otros o caminas solo?

Además, Francisco nos dice que, “Nosotros y los ángeles tenemos la misma vocación: cooperamos juntos en el plan de salvación de Dios”. “Somos, por decir así, “hermanos” en la vocación. Y ellos están ante el Señor para servirlo, para alabarlo y también para contemplar la gloria del rostro del Señor. Los ángeles son grandes contemplativos. Ellos contemplan al Señor; sirven y contemplan”

Y ésa es la vida del cristiano, que debe aprender a contemplar al Señor, y lo debe hacer a través de la oración, pero es una contemplación que lo lleva a alabar y a servir al Señor, presente de manera especial en el más pobre.

Cada Arcángel tiene un papel importante en nuestro camino hacia la salvación. Juntos nos ayudan, veamos su misión:

En primer lugar, está Miguel, “El Gran Miguel que es aquel que combate contra el diablo, al gran dragón, a la serpiente antigua, que fastidia nuestra vida”.

¿Tenemos conciencia de que somos seducidos por el demonio, por el mal? El demonio es astuto, hace parecer como bueno lo que no lo es. Nos gana por medio de la seducción.

Y Miguel combate. El Señor le pidió que haga la guerra. “Por nosotros, que estamos en camino en esta vida nuestra hacia el Cielo, Miguel nos ayuda a hacerle la guerra, a no dejarnos seducir” (Francisco).

Distinto es el papel de Gabriel, el otro Arcángel de hoy, aquel que, “lleva las buenas noticias: aquel que ha llevado la noticia a María, a Zacarías, a José: la noticia de la salvación. También Gabriel está con nosotros y nos ayuda en el camino cuando olvidamos el Evangelio de Dios, que “Jesús ha venido entre nosotros”, para salvarnos” (Francisco).

Como Gabriel, debemos anunciar o llevar la Buena Noticia de la salvación a los demás. Debes ser portador de esa buena noticia a tu casa, a tu familia, en tu trabajo, en tu barrio, a tus vecinos, en esta comunidad parroquial. Y este es otro de los compromisos que les pido asumir, sean portadores de la Buena Noticia, es decir, de Jesús, a quien está a tu lado.

El tercer Arcángel que festejamos hoy es Rafael, aquel que “camina con nosotros” y que nos ayuda en este camino. A él, debemos pedirle, “que nos proteja de la seducción de dar el paso equivocado” (Francisco).

Tú y yo, todos nosotros, debemos asumir también este compromiso, el de acompañar en el camino a los demás, el de evitar que el otro dé ese paso equivocado, el corregirlo, alentarlo, vigilarlo y orientarlo en la vida.

Y ahora a ti, mi querido Angelito, al asumir esta Parroquia, te pido un corazón pastoral grande y apasionado Asume esta misión a ejemplo de los tres Arcángeles. Te voy a subir de categoría, vas a dejar de ser “Ángel” y deberás convertirte en “Arcángel” para tu comunidad parroquial.

Por qué te digo esto, porque quiero señalarte en forma concreta lo que debes hacer, es decir, te dejo unos compromisos muy concretos:

En primere lugar, debes ACOMPAÑAR EN EL CAMINO DE LA VIDA a tus fieles. Que no caminen solos, camina con ellos. Es con ellos que vas a construir esta comunidad parroquial. Pero también a ustedes, queridos hermanos, no dejen solo a su párroco, ACOMPÁÑENLO en su camino, en su vida sacerdotal, en sus alegrías y tristezas, en sus responsabilidades que tiene en la Arquidiócesis, especialmente como Delegado de Familia.

En segundo lugar, es importante que sepas CONTEMPLAR, ALABAR Y SERVIR. Contempla el rostro del Señor. Ora en profundidad, que en tu oración esté presente tu comunidad parroquial. No ores solo, aprende a contemplar a Dios con tu pueblo, aprende a alabar a Dios con ellos, enséñales a contemplar y a alabar, ésa es tu misión como párroco; y, luego de contemplar y alabar, enséñales el camino del servicio, compromételos a servir a los más necesitados, que no sean indiferentes frente al clamar y al dolor del hermano. Ahí Dios les llama a servir, a curar sus heridas, a limpiar su rostro y a aliviar su sufrimiento.

En tercer lugar, debes, como Gabriel, SER PORTADOR DE LA BUENA NUEVA de la Salvación a toda tu comunidad. Anuncia siempre con alegría a un Dios cercano, a un Dios que sale a nuestro encuentro, a un Dios que nos sorprende y que camina con nosotros en la vida.

Por último, querido Ángel, SEÑALA EL CAMINO para evitar que se desvíen por un camino equivocado. Anda abriendo el camino, cuida los pasos de tus fieles, ayúdales a enderezar el camino cuando se hayan desviado.

Que María, Angelito, la portadora de la Buena Nueva que es Cristo, sea tu luz y tu guía en esta misión que hoy te confío. Sé que lo harás bien, eres un buen sacerdote, confío en ti y tu pueblo aprenderá a quererte.

Termino esta homilía, trayendo la oración que Francisco nos enseñó a rezar a los Arcángeles: “Miguel, ayúdanos en la lucha: cada uno sabe cuál lucha tiene en su propia vida hoy. Cada uno de nosotros conoce su lucha principal, aquella que pone en riesgo su salvación. Ayúdanos Gabriel, tráenos noticias, tráenos la Buena Noticia de la salvación, que Jesús está con nosotros, que Jesús nos ha salvado y danos esperanza. Rafael, tómanos de la mano y ayúdanos en el camino para no equivocarnos de camino, para no quedarnos parados. Siempre caminar, pero ayudados por ti”. ASÍ SEA.