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“Joven, no tengas miedo al desafío, ten miedo de una vida sin sentido”.

HOMILÍA EN LA SOLEMNIDAD DE LA “SANTÍSIMA TRINIDAD”

Quito, 12 de junio de 2022

Por Mons. Alfredo José Espinoza Mateus, sdb

Hoy celebramos con alegría la Solemnidad de la Santísima Trinidad. Hoy está de Fiesta esta Parroquia, hoy celebra su “Fiesta Patronal” y estamos también de Fiesta porque ustedes, queridos muchachos celebran el Sacramento de la Confirmación y lo celebran en este día con el compromiso de ser testigos del amor de Dios.

No resulta fácil hablar de la Trinidad. El Papa Francisco nos dice al respecto: “Es un misterio que nos ha revelado Jesucristo: la Santísima Trinidad. Hoy nos detenemos a celebrar este misterio, porque las Personas no son adjetivos de Dios: no. Son personas, reales, diferentes… Está el Padre, al que rezo con el Padre Nuestro, está el Hijo que me ha dado la redención; está el Espíritu Santo que habita en nosotros y habita en la Iglesia. Y esto nos habla al corazón, porque lo encontramos, este misterio, encerrado en esa expresión de San Juan que resume toda la revelación: “Dios es amor”. El Padre es amor, el Hijo es amor, el Espíritu Santo es amor”.

Y nos pudiéramos preguntar si nosotros, cada uno de nosotros, hemos experimentado en nuestras vidas que “Dios es amor”. Quizás respondan rápidamente con un sí, pero, ¿Lo hemos experimentado de verdad? ¿Cuándo hemos experimentado el amor de Dios? ¿En qué circunstancias concretas de mi vida puedo decir que Dios amor ha estado presente?

Y ustedes muchachos que se confirman hoy, en el ambiente en que viven, lleno de muchas propuestas, de fácil comunicación por las redes, un mundo en que muchas veces se habla de amor o se maquilla el amor, ¿Ustedes pueden decir que se sienten amados por Dios y de que han descubierto en sus vidas que “Dios es amor”?

¿Creemos realmente en que “Dios es amor? Francisco nos dice que, “La fe es acoger a Dios-Amor, acoger este Dios-Amor que se entrega en Cristo, dejarnos encontrar por Él y confiar en Él. Esta es la vida cristiana”. A eso estamos llamados cada uno de nosotros, a eso están llamados ustedes, queridos muchachos que hoy se confirman.

Confirmarse es sin duda un reto, un arriesgarse, una decisión y una gran responsabilidad. No se confirman, o no se deben confirmar, porque “toca”, porque “sus padres lo quieren”, porque es un “requisito”. Si eso piensan ustedes, están a tiempo, las puertas están abiertas, no están cerradas.

Confirmarse es aceptar la vida cristiana, aceptar el reto de ser cristianos hoy, aceptar el compromiso de ser “testigos de Jesús”, “testigos del amor de Dios en el mundo”.

Y la pregunta que les hago a ustedes, queridos muchachos, y al hacerla a ustedes, se las hago a todos los que están aquí en esta celebración, es una sola, ¿Qué les pide Dios hoy en sus vidas? Me atrevo a hacer una pregunta más, ¿Qué compromiso asumen en sus vidas a la luz del amor Trinitario de Dios?

Creo que el primer compromiso es a vivir en “COMUNIÓN”, en “UNIDAD”. La Trinidad no nos habla de soledad, la Trinidad nos habla de comunión. El Papa nos lo recuerda: “Dios, aunque es uno y único, no es soledad sino comunión entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”.

¿Cómo viven sus vidas de muchachos? ¿Cómo vivimos nuestras vidas? ¿La vivimos en soledad, aislados, indiferentes, despreocupados de los demás o la vivimos en comunión, en unidad, sabiendo que cada uno colabora con lo mejor de sí mismo para hacer y construir la comunidad familiar, la comunidad social?

No puedes vivir tu fe sin el otro, no puedes ser cristiano sin el otro, no puedes llamarte cristiano si te encierras en una burbuja. Tu fe cristiana, tu fe en Dios Amor te abre y te compromete con el hermano concreto, el otro tiene un rostro concreto y allí, con el otro y en favor del otro, debes ser testigo de ese Dios en el que crees y

que hoy recibes en plenitud el don del Espíritu Santo. Y confirmarte hoy debe abrirte a seguir creciendo en tu fe junto con otros, en un grupo juvenil, en un grupo misionero, apoyando en un voluntariado en tu parroquia, como catequista o miembro de una comunidad laical juvenil.

Te compromete, y nos compromete, a donarnos en favor de los demás. Creer en Dios Amor es asumir la “DONACIÓN” como estilo de vida cristiana. Francisco nos dice: “Dios Padre ama tanto al mundo que, para salvarlo, da lo más precioso que tiene: su único Hijo, que da su vida por la humanidad, resucita, vuelve al Padre y, junto con Él, envía el Espíritu Santo. Trinidad es por lo tanto Amor, amor completamente al servicio del mundo, al que quiere salvar y reconstruir”.

Piensen, queridos muchachos, sobre el sentido de sus vidas. Traigo aquí una frase del Papa Emérito Benedicto XVI, palabras muy profundas. Él les dice a ustedes muchachos: “Joven, no tengas miedo al desafío, ten miedo de una vida sin sentido”. ¿Cuál es el sentido que vas a dar a tu vida? ¿Será una vida centrada en ti mismo, en tus gustos, placeres, comodidades y caprichos? ¿Será una vida que se abre de sí y se da a los demás? ¿Será una vida llena de alegría, de ilusiones, de compromisos y de servicio por el amor? ¿Por qué no te arriesgas, querido muchacho a “donarte” a los demás? Tú tienes la respuesta, y te digo algo, lo podrás hacer si te dejas llenar por el Espíritu Santo que recibes hoy en plenitud y dejas que Él actúe en tu vida. Da sentido a tu vida, no encierres tu vida, trabaja tu vida, tú eres el constructor de tu propia vida y harás de ella una obra de arte o quizás un edificio que se derrumba ante la primera dificultad. Tú tienes el reto y el desafío, por eso te he hablado de que debes “arriesgarte”.

Me gusta mucho una frase que hoy te la quiero decir a ti: “El mundo es de Dios y se lo alquila a los valientes”. Sé valiente, no seas cobarde. Sé valiente y no desperdicies el tiempo en tu vida.

Finalmente, todos nosotros, en este día de la Santísima Trinidad, “dejémonos fascinar una vez más por la belleza de Dios; belleza, bondad e inagotable verdad. Pero también, belleza, bondad y verdad humilde, cercana, que se hizo carne para entrar en nuestra vida, en nuestra historia, en mi historia, en la historia de cada uno de nosotros, para que cada hombre y mujer pueda encontrarla y obtener la vida eterna” (Francisco).

Que María, “morada de la Trinidad”, nos ayude a acoger con un corazón abierto el amor de Dios, que nos llena de alegría y da sentido a nuestro camino en este mundo orientándolo hacia la meta que es el Cielo. ASÍ SEA.