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La fuerza del hombre es la oración

HOMILÍA EN LA ORDENACIÓN DIACONAL DE RELIGIOSOS OBLATOS DIEGO CHICAIZA. JOHN JIMÉNEZ Y JUAN SEBASTIÁN NEGRO

Quito, 05 de agosto de 2022

Por Mons. Alfredo José Espinoza Mateus, sdb

Estamos de FIESTA queridos Diego, John y Juan Sebastián. Hoy van a ser ordenados DIÁCONOS. Es una “Fiesta del amor”, un amor que se hace entrega, se hace don, se hace oblación. Vivan su diaconado hoy en amor, vivan su sacerdocio mañana en amor. Recuerden lo que el P. Matovelle afirmaba: “El mundo se muere no por escasez de verdades sino por falta de amor”. Que no les falte amor a ustedes, el amor de Dios que los llama, un amor que ha crecido y se ha fortalecido para poder ser enviados, como dice el Señor en el Evangelio, “… por todas las ciudades y lugares”.

Hacemos fiesta porque el Señor sigue llamando a seguirlo más de cerca y porque hay jóvenes que saben responder, arriesgando todo y poniéndose en camino. Sí, queridos Diego, John y Juan Sebastián, Dios llama y ese llamado es el principal signo de su amor. Ustedes, como Isaías, deben saber que el Señor los llamó “desde el seno materno, desde las entrañas de mi madre mencionó mi nombre”. Sientan profundamente en sus vidas ese llamado. Dios los llama para que sean “siervos”, Dios los llama para que su salvación “alcance hasta los confines de la tierra”.

Han respondido que sí a ese llamado. Es una respuesta que la han ido meditando, discerniendo, orando y haciendo vida. Es una respuesta que hoy se manifiesta en toda su plenitud. Es una respuesta de hoy para siempre, recuerden bien, para siempre; no es para un día, no es para un momento, no es hasta cuando me sienta bien, es para siempre. Ese para siempre será en los momentos de alegría e ilusión, en los momentos difíciles, duros, de sin sentido, en los momentos de incomprensión con los superiores. En esos momentos vean más allá, vean a Dios que te llamó por el nombre, no eres uno más, Dios pronunció el nombre de Diego, el nombre de John, el nombre de Juan Sebastián, y lo pronunció con amor.

Y en esos momentos difíciles, que no faltarán, se los aseguro, sientan, como hemos repetido en el salmo, que, “El Señor es mi luz y mi salvación”. Con el Señor en el corazón no pueden temer, nadie los hará temblar. Con el Señor, “no temerá mi corazón”, como dice el salmista, y, “tendré plena confianza en el Señor”. Hagan vida las palabras del salmo: “Ármate de valor y fortaleza y en el Señor confía”.

He dicho que estamos de fiesta. ¿Qué se lleva a una fiesta? Normalmente se lleva un regalo, el mismo que es un detalle de amor para con la otra persona. No sé qué les van a regalar sus invitados, espero que sean buenos regalos; sí sé, qué les voy a regalar yo, y hablo en plural porque son varios regalos y todos comienzan con “D”, porque con “D” se escribe la palabra Diácono.

El primer regalo que les traigo es DISPONIBILIDAD. Ya hablaba de ese “sí” que han dado generosamente al llamado. Ante la abundancia de la mies y la escasez de obreros, el Señor los llama y los envía a predicar, los envía sin alforja ni sandalias, los envía como portadores de paz y de misericordia con los enfermos y los envía para anunciar que “El reino de Dios está cerca”.

Ese “sí” lo dan hoy con la alegría de la juventud. Recuerden que cada día deberán volver a decir “sí” al Señor, cada día renovarán su disponibilidad a seguirlo, a hacer un camino de entrega alegre y decidida. Cada día deben sentirse enviados a una mies abundante en la Iglesia, en su Congregación, en donde el Señor y sus Superiores los envíen.

El “sí” de ustedes lo podemos comparar con el “sí” de una joven, un “sí” para siempre que le cambió su vida, esa joven es María. El Papa Francisco, hablando del “sí” de María nos dice: “Es una frase breve, que no habla de gloria o de privilegio, sino solo de disponibilidad y de servicio… María no se exalta frente a la perspectiva de convertirse en la madre del Mesías, sino que permanece modesta y expresa la propia adhesión al proyecto del Señor”.

Mi segundo regalo es DECISIÓN. Les pido que estén siempre decididos en la misión que se les vaya encomendando, pero, sobre todo, estén decididos a SERVIR.

Nuestra vida de hombres consagrados a Dios y a los hermanos, debe tener esta característica del servicio. Y, el Diaconado se caracteriza por el servicio.

Tomen la decisión de SERVIR… SERVIR, SERVIR, SERVIR, AUNQUE ESTÉN CANSADOS, SERVIR, AUNQUE LA GENTE LOS CANSE. Y los cansarán, ya lo verán queridos Diego, John y Juan Sebastián. Vivan cada día su diaconado en el servicio. Vívanlo hoy y vívanlo mañana, siempre sirviendo, no busquen nada más que servir.

Sirvan hoy como Diáconos, y sigan sirviendo mañana como sacerdotes, porque el sacerdocio no se entiende sino desde el servicio, jamás desde el “servirse” de él.

Diácono se escribe con “D” de DEBILIDAD, y éste es mi tercer regalo para ustedes Quizás se pregunten: ¿se puede regalar debilidad? Creo que sí. La Carta a los Hebreos nos lo subraya: “Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está envuelto en debilidades”. Recuerden que somos débiles y frágiles.

No prediquen el Evangelio, una de las tareas esenciales del Diaconado, desde el creerse superior a los demás, desde el pensar que lo saben todo, que lo pueden todo, que lo hacen desde sus propias fuerzas. Deben hacerse “débiles”, porque la fuerza de su misión no está en ustedes, está en el Señor.

Sean débiles, pero al mismo tiempo fuertes en el amor. Recuerden siempre al Señor, quien, “A pesar de que era el Hijo, aprendió a obedecer padeciendo, y llegando a su perfección se convirtió en la causa de salvación eterna para todos”. Desde esa debilidad háganse fuertes, recordando al salmista que nos dice: “¿A quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién podrá hacerme daño?” Y con esa fortaleza en el corazón salgan a anunciar el Evangelio a tiempo y a destiempo. Anúncienlo con palabras y con obras. Anúncienlo de manera especial a los descartados de este tiempo. Ellos están necesitados de misericordia, ellos son los “débiles” de este tiempo y a ellos deben ustedes acercarse para servir, para amar, para hacerles sentir la caricia de un Dios que los ama. El Papa Francisco nos recuerda que, “La única misión de la Iglesia es aproximar el amor de Dios a todo hombre, en especial a los más necesitados de su misericordia”.

Un cuarto regalo es DIÁLOGO. ¿Con quién van a dialogar? Deben hacerlo con sus superiores de comunidad, con sus hermanos con quienes comparten la vida. Deben dialogar con el pueblo a quienes serán enviados. Es tiempo de escuchar, siempre escuchar a los otros, siempre estar atentos a los que ellos nos puedan decir. La gente tiene mucho que decirnos, el problema es que no los escuchamos porque partimos siempre de nosotros mismos. Pero, deben escuchar principalmente a DIOS, que también se escribe con “d” y es el quinto regalo que les doy, a ustedes, queridos Diego, John y Sebastián. Francisco nos dice: “La fuerza del hombre es la oración y también la oración del hombre humilde es la debilidad de Dios. El Señor es débil sólo en esto: es débil frente a la oración de su pueblo”.

Oren siempre, no oren solos, oren también con su pueblo, y en esa oración descubrirán la “debilidad” de un Dios que escucha, acude, responde, y ustedes serán fortalecidos.

Desde el amor deben DARSE totalmente, y este darse también se escribe con “D”. Deben dar su vida con alegría, la alegría de sentirse amados, llamados y enviados por Dios. La alegría de saber que Dios está hoy y estará siempre con ustedes.

Acepten estos regalos que les doy hoy, sabiendo, queridos Diego, John y Juan Sebastián, como decía su fundador, que “El verdadero amor, es el del Corazón de Jesús que, quiere siempre dar y nunca dice basta”. ASÍ SEA.

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