Skip to main content

“La Palabra de Dios se ha hecho carne”.

Homilía de Navidad

El Papa Francisco nos ha dicho que la “Navidad es un ENCUENTRO” … son pocas, pero, profundas palabras para definir la Navidad.

Sí, la Navidad es un encuentro, un encuentro con un Dios que se hace Niño y viene a salvarnos, un encuentro con el amor de Dios hecho ternura en la ternura de un Niño, un encuentro con la misericordia de Dios, un encuentro con la Palabra de Dios, porque, como nos dice el Evangelio de hoy, “La Palabra de Dios se ha hecho carne”.

Y la gran pregunta que me surge en este momento es si en esta Navidad nos hemos encontrado con el Señor que se ha acercado a salvarnos, que ha llegado a nosotros en este tiempo de pandemia, en esta Navidad tan diferente que nos ha tocado vivir.

En la celebración de Nochebuena de ayer, el Papa Francisco afirma que “El nacimiento de Jesús es la novedad que cada año nos permite nacer interiormente de nuevo y encontrar en Él la fuerza, para afrontar cada prueba”.

Y hoy, de manera especial, necesitamos encontrarnos con esa novedad, la novedad del amor de Dios. Necesitamos esa fuerza para nacer de nuevo, pues ha sido un año duro, un año lleno de lágrimas, de miedos, de incertidumbres, de tristezas. Un año en el que quizás muchas veces hemos perdido la esperanza y la certeza de futuro.

Y Jesús viene, viene hoy, ha nacido, y en Él, en el amor de un Dios hecho Niño encontraremos la fuerza para afrontar la gran prueba que como humanidad estamos viviendo y sufriendo.

¿Qué significa para ti, qué significa para mí, que significa para nosotros que el Hijo de Dios se haga Niño, se haga hombre, que venga a salvarnos?

En primer lugar, es una bendición, somos bendecidos por la gracia de Dios. Sí, queridos hermanos, “Dios viene al mundo como hijo para hacernos hijos de Dios. ¡Qué regalo tan maravilloso!... Dios nos asombra y nos dice a cada uno: Tú eres una maravilla!...” (Francisco)

Este ser hijos en el Hijo nos da fortaleza, nos lleva a encontrarnos con un Dios que nos ama, que nos alienta a no desanimarnos, a seguir adelante, porque somos hijos de Dios. Como nos dice Francisco, y esas palabras hoy son una verdadera fuerza para todos: “¿Tienes temor de no salir del túnel de la prueba? Dios te dice: “Ten valor, yo estoy contigo”. No te lo dice de palabras, sino haciéndote hijo como tú y por ti, para recordarte cuál es el punto de partida para que empieces de nuevo: reconocerte como hijo de Dios, como hija de Dios”.

 Y aquí está el corazón de nuestra esperanza. Esa esperanza que he predicado hasta el cansancio desde el primer día de la pandemia, y que he insistido en este tiempo previo de la Navidad y que vuelvo a hacerlo hoy.

Es la Palabra de Dios que “acampó entre nosotros”. “… más allá de nuestras cualidades y de nuestros defectos, más fuerte que las heridas y los fracasos del pasado, que los miedos y la preocupación por el futuro, se encuentra esta verdad: somos hijos amados. Y el amor de Dios por nosotros no depende y no dependerá nunca de nosotros: es amor gratuito, pura gracia” (Francisco).

Por último… ¿En esta Navidad nos hemos encontrado con los demás? Francisco nos dice, “Dios nació niño para alentarnos a cuidar de los demás. Su llanto tierno nos hace comprender lo inútiles que son nuestros muchos caprichos. Su amor indefenso, que nos desarma, nos recuerda que el tiempo que tenemos no es para autocompadecernos, sino para consolar las lágrimas de los que sufren”

 Dios viene a habitar entre nosotros, pobre y necesitado, para decirnos que sirviendo a los pobres lo amaremos” (Francisco). Y hoy hay muchas lágrimas que secar, muchos corazones que consolar, muchas manos tendidas que llenar solidariamente, muchas familias que claman cercanía y que necesitan nuestro corazón solidario. La pandemia nos ha desnudado un mundo de pobreza, una sociedad marcada por la tragedia de la pobreza y desde este Niño de Belén tenemos que encontrarnos con ellos. Encontrarnos con Jesús Niño en Belén y salir para encontrarnos con el hermano que necesita nuestra mano llena de amor, que haga sentir que Dios no abandona, que Dios está con nosotros, que Dios acampa en medio de nosotros. ASÍ SEA.