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Poner a Cristo en el centro de la vida

HOMILÍA EN LA FIESTA DEL “SEÑOR DE LA SANTA ESCUELA”

Por Mons. Alfredo José Espinoza Mateus, sdb

Machachi, 04 de abril de 2023

Nos hemos reunido hoy aquí, en esta iglesia, en esta parroquia para celebrar al “Señor de la Santa Escuela”. Hemos caminado con su imagen por las calles de esta ciudad, ha habido el encuentro de las dos imágenes, del Hijo y de la Madre de los Dolores. Es sin duda, una fe que se hace vida, una fe que se expresa públicamente, una fe que nos compromete, que no puede dejarnos indiferentes ante los demás.

Esta imagen del “Señor de la Santa Escuela”, es un verdadero tesoro para cada uno de ustedes, queridos hermanos. Es una imagen de una devoción que está grabada en cada hombre y mujer de Machachi y de esta tierra del cantón Mejía.

La tradición nos dice que, posiblemente en el siglo XVII, llegó a esta tierra la imagen en los lomos de una mula. Dicho animal se postró en los patios de la escuela que existía en aquel entonces con el misterioso cajón que, al ser abierto desencadenó el asombro de todos los presentes quienes agradecían al cielo por tan inigualable sorpresa, bautizándole posteriormente a la imagen con este nombre tan tradicional y único de “Señor de la Santa Escuela”.

Miremos a la Imagen, les invito hoy a mirar a la Imagen de una manera diferente. Cada uno, no importa su edad, mire a la Imagen y háganse la pregunta: ¿Qué me enseña Jesús hoy a mí? ¿Qué me pide en mi vida? ¿A qué me comprometo en esta celebración?

Es que hablamos del “Señor de la Santa Escuela”, es un Señor que enseña, un Señor Maestro para cada uno de nosotros. Recordemos que Jesús enseñó con su vida y con su palabra, enseñó con sencillez. Él utilizó un lenguaje claro y comprensible, habló de tierra y de semilla, habló de redes y de pesca, habló de trigo y de cizaña, habló de un tesoro escondido y una perla valiosa, habló del padre y del hijo pródigo, habló de la oveja perdida, habló del buen administrador y del banquete del Reino.

Tomo aquí las palabras del Papa Francisco, y creo que esta es la enseñanza del Señor hoy: “La misión cristiana es dar alegría a la gente…recuerden que el amor de Dios es el núcleo de la vida de un cristiano”.

El Señor hoy, en este Martes Santo, nos invita a amar, a amar como Él nos amó, a vivir un “amor sin medida, no como los amores mundanos que buscan el poder y la vanidad” (Francisco).

No olvidemos que Jesús nos pide que permanezcamos en su amor, “porque es el amor del Padre”, a la vez que nos invita a poner en práctica sus mandamientos.

Es amplia la lista de los mandamientos de Jesús, pero uno sólo es el núcleo, “Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu mente, con toda tu alma, y al prójimo como a ti mismo”. Amemos a Dios y Dios nos ama, eso lo sabemos bien, y ese amor a Dios nos mueve a amar a nuestros hermanos.

¿Amamos de verdad? ¿Vivimos el amor a Dios en nuestras vidas? ¿Qué nos aleja de Dios y qué nos aleja de amar a nuestros hermanos? Francisco nos dice que existen otros amores. Subraya que, “El mundo nos propone otros amores: el amor al dinero, el amor a la vanidad, pavonearse, el amor al orgullo, el amor al poder, y también haciendo tantas cosas injustas para tener más poder… son otros amores, éstos no son de Jesús, ni son del Padre. Él nos pide que permanezcamos en su amor, que es el amor del Padre”

Piensa hoy tú, en este día de Fiesta, sobre “estos otros amores”, y tantos otros que puedes tener en tu corazón. Piensa en aquellos amores que te alejan del amor de Jesús. ¿Cómo amas? ¿Amas totalmente? ¿Amas a medias? Si amas a medias, no es amar. Hay que amar, no querer; hay que amar de verdad y el amor verdadero nos lleva a dar la vida por los demás.

El Papa Francisco nos invita a preguntarnos sobre, ¿Cuál es la medida del amor?

¿Qué responderías tú hoy? Te puedo decir, desde mi experiencia, la respuesta, lo que estamos llamados a vivir, “La medida del amor, es amar sin medida” (Francisco).

Santa Teresa de Calcuta decía que, “hay que amar hasta que duela”. Pero, si miramos nuestra vida, no amamos así, en verdad que no amamos así, amamos muchas veces a medias, amamos con amor tibio o interesado. Pero, ¿por qué Señor, tú nos recuerdas esas cosas hoy? ¿Por qué nos pides hoy en esta Fiesta amar sin medida? ¿Por qué no podemos celebrar la Fiesta y volver a nuestra vida de cada día donde no amamos de verdad?

Yo te respondería que el Señor quiere nuestra verdadera alegría, porque quiere que su alegría esté en nosotros, y la alegría del amor de Jesús es una alegría que llena plenamente nuestras vidas, nuestros corazones.

“El gran amor al Señor, es permanecer en este amor, donde está la alegría… el amor y la alegría son un don, dones que debemos pedir al Señor”. (Francisco)..

Esto nos enseña hoy el “Señor de la Santa Escuela”, este debe ser hoy nuestro compromiso de vida: “amar y dar alegría”. Vayamos por el camino del amor, sin intereses, sólo por el camino del amor. Nuestra misión cristiana, la misión como padres de familia, como abuelos, como autoridades, como educadores, como hombres de trabajo, como sacerdotes, como Obispo, es la de amar y dar alegría a la gente.

El año pasado les dejé cinco “deberes” que les dejaba el “Señor de la Santa Escuela”: “Poner a Cristo en el centro de la vida, encontrarse con Jesús en la oración, hacer lo que les lleve a Jesús, fomentar la unidad y construir la familia desde el amor”. ¿LOS CUMPLIERON? Cada uno sabe si lo hizo o no. Hoy les he hablado de lo que Él nos enseña. ¿Estamos dispuestos a vivir estas enseñanzas, no como un deber impuesto, sino como una misión de vida? Espero sinceramente que sí. Salgan de aquí y vayan a amar y a dar alegría, que se note la alegría de todos porque aman de verdad

María, nuestra Buena Madre, traída desde el Santuario de Aloasí, vino a encontrarse hoy con su Hijo. “Ella es la esperanza de salvación y de paz de todos los hombres y las mujeres de nuestro tiempo. Nuestra Señora quiere traernos a todos el gran regalo que es Jesús; y con Él, nos trae su amor, su paz y su alegría” (Francisco). ASÍ SEA.