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REFLEJO DE LA TRINIDAD

HOMILÍA EN LA FIESTA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

Por Mons. Alfredo José Espinoza Mateus, sdb

Quito, 04 de junio de 2023

“¡Bendito sea Dios Padre y su Hijo unigénito y el Espíritu Santo, porque es grande su amor por nosotros!”. Esta alabanza trinitaria ilumina nuestra reflexión en este día. Alabamos y bendecimos a Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Hoy celebramos la Solemnidad de la SANTÍSIMA TRINIDAD y en esta querida parroquia, Santa María Madre de la Iglesia, celebramos sus “Fiestas Patronales”.

Los teólogos han realizado un gran esfuerzo por acercarse al MISTERIO DE DIOS… MISTERIO DE LA TRINIDAD, que es un MISTERIO DE AMOR, MISTERIO DE UNIDAD Y MISTERIO DE BONDAD. No resulta fácil entrar al misterio de la Trinidad, el mismo Papa Francisco lo reconoce cuando nos dice: “No es fácil de entender, pero se puede vivir este misterio en todos nosotros, se puede vivir mucho”.

¿Qué es lo que podemos vivir y vivir mucho? Creo yo que es la UNIDAD y el AMOR. A eso estamos llamados como cristianos en nuestras vidas de cada día. Sí, queridos hermanos, estamos llamados al amor y a la unidad siguiendo el ejemplo de la Santísima Trinidad, porque, como dice el Papa, “La unidad es esencial al cristiano y es necesario testimoniar la concordia entre nosotros”.

Y aquí como que tenemos una tarea pendiente. ¡Cuánto nos falta en el amor!

¡Cuánto nos falta en la unidad! Nuestro país necesita que nosotros, hombres y mujeres de fe, vivan con sentido trinitario, es decir, vivamos amando y siendo “artesanos” o “constructores” de unidad. Necesita que dejemos de pensar únicamente en nuestros propios intereses y busquemos el bien común. Esta es la hora de la unidad en el Ecuador, pero volvemos a ver que cada uno va por su camino, que no se busca un camino común para salir de tantos problemas y situaciones de crisis que nos aquejan a todos.

Celebrar la TRINIDAD es un llamado a AMARNOS como Jesús nos ha amado. Y el amor es la señal concreta que manifiesta la fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. En el amor nos reconocerán como cristianos. En el amor nos reconocerán como una verdadera familia, en el amor nos reconocerán como auténticos obispos, sacerdotes, padres de familia, esposo, esposa, hermanos, catequistas, fieles laicos.

Francisco nos dice que “es una contradicción pensar en cristianos que se odian.

¡Es una contradicción” Y esto es lo que busca siempre el diablo: hacer que nos odiemos, porque él siembra la cizaña del odio: él no conoce el amor: ¡el amor está en Dios!”

¿Conocemos el amor de Dios? ¿Vivimos cada día en el amor a Dios y a nuestros hermanos? ¿Nos dejamos llevar por el odio y la división? ¿Sembramos la cizaña del odio, del rencor, de la envidia, de la murmuración y de la división? El gran desafío que tenemos es testimoniar que DIOS ES AMOR y lo debemos hacer, no con palabras sino con nuestra propia vida.

San Pablo en la segunda lectura nos invita a vivir en la alegría, a animarnos y a, “tener un mismo sentir y vivir en paz. Y el Dios del amor y de la paz estará con ustedes”. Es ese Dios del amor y de la paz el que debe reinar en nuestros corazones y del que debemos ser portadores a los demás cada uno de nosotros. Solamente cuando comprendamos el amor de Dios podemos hacer vida las palabras del Apóstol.

Hagamos vida esas palabras. Les pido a ustedes vivir con afecto, vivir con cordialidad. Vivan animándose unos a otros, vivan siendo portadores de esperanza ante tanta desesperanza. Vivan siendo misericordiosos como Dios es misericordioso, como nos dice la lectura del Éxodo.

El Apóstol también nos invita a “tener un mismo sentir”. En un mundo en el que priman “muchos sentires”, en que cada uno mira hacia sí mismo y es indiferente ante el otro, en un mundo en que se busca el dinero fácil, corrompiendo a otros y corrompiendo todos los principios, hoy se nos invita a tener un “mismo sentir”.

¿Cuál es ese sentir? Creo que es el AMOR, un amor que nos llevará a vivir como verdaderas familias, un amor que nos hará portadores de esperanza y confianza en el futuro ante una sociedad golpeada por el pesimismo, la tristeza, la muerte y la corrupción, el narcotráfico y el sicariato.

¿Vive familia ese “mismo sentir”? ¿Vive esta Parroquia ese “mismo sentir”? Es el gran desafío que les planteo. Vivan el amor de Dios, que el amor de Dios una a las familias de esta querida Parroquia y una a toda la familia parroquial. Solamente viviendo y comprendiendo el amor de Dios, vivirán realmente la “Alegría” de la que nos habla San Pablo. Recuerden que no podemos ser hombres y mujeres tristes. Francisco no dice: “Un cristiano jamás puede serlo. Nuestra alegría no es algo que nace de tener tantas cosas, sino de haber encontrado a una persona, Jesús; de saber que, con Él, nunca estamos solos, incluso en los momentos difíciles”.

Y celebramos hoy la Fiesta de esta Parroquia. Recordamos a María, Madre de la Iglesia. Podemos decir que, “Todas las palabras de la Virgen son las palabras de una madre, desde el momento de la Anunciación hasta el final, es madre” (Francisco). Y así la miramos hoy, la miramos como madre de cada uno de nosotros y madre de esta Parroquia.

El Papa Francisco, a respecto de esta celebración, afirma con claridad: “Nuestro pensamiento a María. Ella estaba allí, con los Apóstoles, cuando vino el Espíritu Santo, protagonista con la primera Comunidad de la experiencia maravillosa de Pentecostés, y rogamos que obtenga para la Iglesia el ardiente espíritu misionero”.

Y éste debe ser el sentido de esta celebración aquí y hoy. Celebrar ustedes a María, Madre de la Iglesia, es asumir el espíritu misionero, el espíritu de salida. No sean una parroquia encerrada entre cuatro paredes, no, les pido que salgan, como los Apóstoles, junto con María, a anunciar la Buena Nueva, a llevar a Cristo a los demás, a los muchos que no vienen, a los alejados, a los que necesitan que alguien les muestre la caricia de un Dios que los ama.

Vayan con la confianza de que “María no nos deja solos; la Madre de Cristo y de la Iglesia está siempre con nosotros. Siempre camina con nosotros, está con nosotros… María nos acompaña, lucha con nosotros, sostiene a los cristianos en el combate contra las fuerzas del mal” (Francisco).

Y no lo olviden, debemos ser REFLEJO DE LA TRINIDAD, es decir, reflejo del amor de Dios y así seremos santos, porque, “la santidad es reflejar a Dios” (Francisco). ASÍ SEA.