Seamos portadores de la Buena Nueva de Salvación.
Quito, 08 de enero de 2023
Por Mons. Alfredo José Espinoza Mateus, sdb
Celebro hoy aquí con ustedes, hermanos de esta querida Parroquia de San Ignacio de Loyola en Solanda, y celebro sabiendo que hay en ustedes un sentimiento de tristeza y nostalgia por la partida del P. Juan Carlos Jiménez y al mismo tiempo, un sentimiento de alegría y esperanza al recibir a su nuevo párroco, el P. José Fernando Zurita.
En este nuevo año que hemos iniciado, pongo la vida de todos nosotros en las manos del Señor, pero de manera especial pongo el ministerio que inicia mi querido hermano e hijo, José Fernando, en medio de ustedes. Él viene acá, también con tristeza en el corazón al haber dejado su querida Parroquia de la Sagrada Familia del Condado, no le fue fácil, como a nadie nos resulta fácil dejar un trabajo pastoral, una tierra de misión que hacemos nuestra, para asumir un nuevo reto, una nueva tierra y hacerla suya. Gracias, querido José Fernando por aceptar este desafío, gracias por tu disponibilidad.
Hoy, con la celebración de la Solemnidad del Bautismo del Señor, cerramos este tiempo de Navidad en el que hemos recibido el gran regalo de Dios a los hombres. Hemos todos, con alegría celebrado el misterio de amor de un Dios que se hace Niño para salvarnos. Francisco nos dice que la “Navidad nos habla de la ternura y de la esperanza. Dios al encontrarse con nosotros, nos dice dos cosas. La primera: tengan esperanza. Dios siempre abre las puertas, no las cierra nunca. Segunda: no tengan miedo de la ternura. Cuando los cristianos se olvidan de la esperanza y de la ternura se vuelven una Iglesia fría, que no sabe dónde ir y se enreda en las ideologías, en las actitudes mundanas. Mientras la sencillez de Dios te dice: sigue adelante, yo soy un Padre que te acaricia. Tengo miedo cuando los cristianos pierden la esperanza y la capacidad de abrazar y acariciar”.
Hago mía estas palabras de Francisco y les invito a ustedes, como parroquia, y te invito a ti, querido José Fernando, a abrir, como Dios, siempre las puertas de la vida y del corazón. Sean una parroquia, sé un párroco, que sabe acoger, que viven en esperanza, que son portadores de la ternura de un Dios en un mundo que se ha olvidado de amar. No se detengan, vayan adelante, sabiendo que Dios les acaricia y que ustedes son portadores de ese amor a cada hermano, a cada fiel que se acerca a ustedes y a los que están lejanos.
En este día del Bautismo del Señor, se nos invita a “mirar” a Jesús como el siervo, el elegido, quién lleno del Espíritu hace brillar la justicia en todo el mundo. Es Él “el Hijo muy amado, mi predilecto”. Escuchemos esa voz, escuchemos ese misterio de amor de nuestro Dios. Dejémonos transformar por ese amor y seamos portadores de la Buena Nueva de Salvación.
Esta Fiesta del Bautismo del Señor nos hace reflexionar sobre nuestro propio Bautismo. El Papa Francisco nos invita a nosotros “a experimentar en la vida de cada día la gracia que recibimos en el Bautismo, siendo verdaderos hermanos en Cristo y verdaderos miembros de la Iglesia”.
Veamos nuestra vida de bautizados, ¿Cómo la vivimos? ¿Qué implica para nosotros ser bautizados? ¿A qué nos compromete el bautismo que hemos recibido?
Contra lo que algunos puedan pensar, ser cristianos no es creer que Dios existe, sino que Dios me ama y me ama incondicionalmente, tal como soy y antes de que cambie. Esta es la experiencia fundamental del Espíritu. El “bautismo del Espíritu” que nos recuerda el relato evangélico y que tanto necesitamos los creyentes hoy. “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado”.
Al posesionar hoy al nuevo párroco, les quiero dejar a ustedes, y a él, varios compromisos, sencillos, pero que nacen de mi corazón de padre y pastor.
En PRIMER LUGAR, SEAN RESPONSABLES de su propia historia parroquial. Sé que Juan Carlos, Lenin y Jorge, han hecho un gran trabajo. Les toca seguir trabajando con esfuerzo por ser cada día una parroquia que acoge y evangeliza. No comparen, miren lo que tienen entre manos. No vivan aferrados a una persona, que ya no está, asuman hoy el desafío de construir juntos, apoyándose, consultando, escuchando, decidiendo y sobre todo, planificando lo que quieren vivir pastoralmente.
No pierdan el tiempo, aprovechen lo que han caminado juntos en estos años, pero miren el futuro y háganlo con esperanza, con mucha esperanza. Construyan con alegría y decisión la historia concreta de esta parroquia.
En SEGUNDO LUGAR: SEPAN ELIGIR LAS PRIORIDADES. Es importante tener claras las prioridades en nuestras vidas, como también es importante tener claras las prioridades pastorales de la parroquia. Trabajen su plan pastoral, pero que sea un trabajo conjunto. Sigan siendo esa parroquia “comunidad de comunidades”. Aquí hay muchos grupos pastorales, juntos, y repito siempre esa palabra y esa actitud, juntos, definan las prioridades pastorales para que puedan así responder a estos tiempos, a las necesidades de hoy, que no son las mismas de hace unos años.
No todo es lo mismo, no todo tiene el mismo valor, no todo puede ocuparnos de igual manera. Y una prioridad debe ser la de salir, la de ir a evangelizar, la de no ser una parroquia encerrada. Han trabajado formando comunidad ahora a evangelizar, háganlo juntos, contigo José Fernando a la cabeza. Sé ese animador de todos los grupos, sé ese pastor que va señalando el camino.
En TERCER LUGAR: CONFÍEN EN DIOS. En el contexto de la Navidad, estamos invitados a abrirnos a la esperanza, a la confianza en Dios. Es que Dios “está con nosotros”, Dios vino a habitar en medio de nosotros, llegó a nuestra vida. Nuestro corazón fue el Belén que cada uno preparó para que Él naciera en nuestras vidas.
Y hoy, en esta fiesta del Bautismo del Señor, confiemos en ese “Hijo amado” que se nos ha revelado. CONFÍEN plenamente en ese “Hijo amado”. Él les dará la fuerza para poder para ser una parroquia unida, evangelizadora, en salida. Abran su corazón al Señor en la oración. A ti, querido José Fernando, te pido que ores con tu pueblo y que ante el sagrario pongas a tu pueblo y sus necesidades.
Francisco nos dice que, “Está bien tener esta confianza humana entre nosotros. Pero nos olvidamos de la confianza en el Señor: ésta es la clave del éxito en la vida. ¡La confianza en el Señor, encomendémonos al Señor… Es una apuesta que tenemos que hacer: confiar en Él, porque nunca decepciona. Jesús nunca decepciona”.
Que el Señor sea siempre el vínculo de unidad entre todos ustedes y que María, nuestra Madre Dolorosa, cobije en su corazón a cada uno de ustedes y de manera especial, a su nuevo párroco.
Muchas bendiciones en este año 2023 y, ¡ADELANTE!, sin miedo, a construir juntos esta linda parroquia. No dejen de orar por mí. ASÍ SEA.