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Sean gratos a la llamada de Dios en sus vidas

HOMILÍA EN LAS ORDENACIONES SACERDOTALES

Quito, 28 de enero de 2023

Por Mons. Alfredo José Espinoza Mateus, sdb

Hoy, queridos hermanos, quiero hablar del “detalle de Dios. Tengamos conciencia de que Dios no está lejano de nuestras vidas y de nuestra realidad cotidiana. Todo lo contrario, Dios es cercano, tierno, misericordioso. Es un Dios que apuesta por nosotros, que cree en nosotros, un Dios que sale al encuentro, nos “primerea”, como dice Francisco, un Dios que nos llama y que tiene “detalles” en nuestras vidas.

Hemos comenzado esta celebración cantando, “Qué detalle Señor has tenido conmigo… cuando me llamaste, cuando me elegiste, cuando me dijiste que yo era tu amigo, qué detalle, Señor, has tenido conmigo”.

Jorge, George, Fernando, Luis Alfredo y Francisco, ustedes viven ese “detalle” de Dios en sus vidas. Es que el Señor, se acercó a la puerta de la vida de cada uno de ustedes, pronunció el nombre de cada uno y les habló del Reino, de ese tesoro escondido, de ese mensaje fraterno que los ilusionó e hizo que respondieran al “detalle de Dios” con la entrega total de la vida.

El Papa Francisco pide a la Iglesia que, “…abra brechas en el corazón de los fieles, para que cada uno pueda descubrir con gratitud la llamada de Dios en su vida, encontrar la valentía de decirle “sí”, vencer la fatiga con la fe en Cristo y, finalmente, ofrecer la propia vida como un cántico de alabanza a Dios, a los hermanos y al mundo entero”.

Este “detalle” de Dios es una invitación a gastar la vida cada día al servicio del Pueblo de Dios, a no mirar hacia uno mismo sino siempre a ver a los demás, ver la misión, el campo abundante, pues la mies es abundante pero los obreros son pocos. Y hoy, con alegría, incorporamos a esta misión a estos obreros, servidores de la Palabra y dispensadores de la Gracia, y lo hacemos en el marco de este Año Jubilar Arquidiocesano al celebrar los 175 años de ser erigida como Arquidiócesis de Quito. Ustedes, queridos Jorge, George, Luis Alfredo, Fernando y Francisco serán esos pastores, pero no cualquier pastor, deben ser esos “buenos pastores” a ejemplo del Buen Pastor que es el Señor.

El Señor los ha llamado a cada uno de ustedes por el nombre, y ése es el mayor “detalle” de Dios. Como dice Francisco, “Dios es un Padre que nos conoce por el nombre”, este conocernos por el nombre y llamarnos por el nombre es el mayor detalle de amor de nuestro Padre Dios.

¿Es fácil responder a la llamada de Dios? No, no lo es. Nos lo recuerda el profeta Jeremías. A ustedes también, desde el seno materno los había consagrado Dios y los había constituido en profetas, en pastores. Pero, nuestra realidad humana hace que pongamos muchos peros, muchas objeciones racionales al amor de Dios, por eso, como el profeta, ustedes también dijeron: “¡Ah, Señor! Mira que no sé hablar, porque soy demasiado joven”. Y el Señor respondió al corazón de cada uno: “No digas: “Soy demasiado joven”, porque tú irás adonde yo te envié y dirás todo lo que yo te ordene. No temas delante de ellos, porque yo estoy contigo para librarte… yo pongo mis palabras en tu boca”.

Francisco nos dice, y les dice a ustedes, “El Señor sabe que una opción fundamental de vida requiere valentía. Él conoce las preguntas, las dudas y las dificultades que agitan la barca de nuestro corazón, y por eso nos asegura: No tengas miedo, ¡yo estoy contigo!”.

Qué les pido a ustedes, queridos Jorge, George, Luis Alfredo, Fernando y Francisco hoy. Una sola cosa, ¡VALENTÍA! Sí, mis queridos diáconos que hoy serán ordenados sacerdotes. Les pido una apuesta valiente en sus vidas para abandonar sus propias seguridades, que las tienen, e ir tras las huellas del Señor. Se darán cuenta de que la vida sacerdotal que hoy inician, no es pacífica, llegará la noche, llegará la soledad, soplarán vientos contrarios y será sacudida la barca de cada uno de ustedes, pero recuerden, no están solos, el Señor siempre estará con ustedes si ustedes se dejan conquistar por el “detalle” de amor de Él y fijan su sacerdocio, su misión, su entrega y su servicio en Cristo, el Buen Pastor.

Cristo Buen Pastor deberá ser siempre el modelo de ustedes. Él da su vida por las ovejas, no las abandona, está atento a ellas, se preocupa por cada una. El Buen Pastor, conoce a sus ovejas y las ovejas lo conocen. Busca a todas, aun las que no están en su corral, a todas llama y todas escucharán su voz.

Este es el camino que les propongo hoy al ordenarlos sacerdotes. Esta Iglesia de Quito necesita pastores auténticos, que den la vida, comprometidos con el Reino, con los más pobres. Pastores que sepan hablar, llamar por el nombre, pero de manera especial, pastores que sepan escuchar, que den tiempo, energía, entrega generosa a todos los que se acercan a ellos. Les pido que sean pastores que no busquen una carrera, sino que corran en la carrera de hacer el bien, de dar la vida y ser santos en su ministerio sacerdotal.

Tengan siempre presente que, “Cuando Jesús llama, “lo hace para enviarlos”, en particular a los más vulnerables y a los marginados de la sociedad, quienes no sólo estamos llamados a servir, sino de quienes también podemos aprender mucho. Ante un mundo individualista, la gente necesita que se escuchen sus preguntas, sus angustias y sus sueños, para que podamos acompañarla mejor hacia el Señor, que reaviva la esperan y renueva la vida de todos” (Francisco).

Recuerden lo que les dice el Papa Francisco: “Nuestra realización personal y nuestros proyectos de vida no son el resultado matemático de lo que decidimos dentro de un “yo” aislado; al contrario, son ante todo la respuesta a una llamada que viene de lo alto”.  Les pregunto: ¿Hoy se sella esa respuesta a la llamada de Dios? Yo les diría que no, han llegado a un momento importante de esa respuesta, pero deberán seguir respondiendo cada día, la respuesta es de toda la vida. Respondan con gran generosidad y corazón, buscando siempre la voluntad de Dios en sus vidas, no su propia voluntad.

Sean gratos a la llamada de Dios en sus vidas, pues saben bien que ir en la dirección correcta no es fácil ni es una tarea confiada solamente a nuestros propios esfuerzos humanos. Es el Señor quien nos da la valentía para responder, para caminar, para levantarnos si nos caemos. Él los acompañará a ustedes, les mostrará la dirección correcta e impedirá que se queden atascados y estáticos ante los problemas y escollos del camino.

No tengan miedo, se los repito, no tengan miedo; con el Señor y bajo el manto de nuestra Madre la Virgen de El Quinche caminarán en medio de las dificultades, incertidumbres y conflictos. Dios bendiga su sacerdocio. ASÍ SEA.