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Ser sacerdote es una gracia

HOMILÍA EN LA ORDENACIÓN SACERDOTAL DE HARRY YCAZA

Guayaquil, 03 de diciembre de 2022

Por Mons. Alfredo José Espinoza Mateus, sdb

Con mucha alegría celebro hoy, querido Harry tu Ordenación Sacerdotal. Es un día grande en tu vida. Te ordenas aquí, en tu tierra, donde escuchaste la llamada del Señor para ser ese “buen pastor” con el corazón de Don Bosco.

Mucho has esperado para este día. Te ha tocado luchar, esforzarte, superar dificultades y obstáculos, vencer criterios adversos. Pero has sido perseverante y has confiado plenamente en el Señor, por eso ha llegado este día y te pido que mires siempre hacia adelante, hacia ese “rebaño” que el Señor pondrá delante de ti para que lo conduzcas conociéndolos, llamándolos por el nombre, sanando sus heridas y dando tu vida por esas ovejas.

Yo sí miro hacia atrás y recuerdo el día de tu primera profesión como religioso salesiano cuando me pediste que sea tu padrino. Siempre ha habido esa cercanía entre los dos, una amistad profunda que ha ido creciendo con el tiempo. Quién hubiera podido pensar que ese “padrino” tuyo de ayer sea quien hoy te imponga las manos y te ordene sacerdote.

Yo me permito señalarte hoy algunas elecciones que te pido vivir en tu vida de salesiano sacerdote:

Elige a DIOS en primer lugar como el centro de tu vida. A ese Dios que te conocía desde el seno de tu madre, a ese Dios que te consagró antes de que tú nacieras. A ese Dios que te llamó. Pudiera decirte, jugando con las palabras, que “el elegido debe elegir a quién lo eligió”.

Elige PROCLAMAR EL EVANGELIO sin miedo, a tiempo y a destiempo, haciendo de tu vida un diálogo constante con la Palabra de Dios. Él te hablará en tu vida sacerdotal, y lo hará a través de cada joven necesitado, pobre y abandonado, lo hará a través de la realidad cuestionante de hoy.

Elige ser, ese “PROFETA DE LAS NACIONES”, como lo fue Jeremías. Pero “tus naciones” siempre deberán ser los jóvenes más pobres, según el corazón de Don Bosco. A esa tierra y mundo juvenil, deberás profetizar y anunciar la Buena Nueva, el Evangelio de la alegría y de la esperanza.

Elige vivir siempre el ESTILO DEL BUEN PASTOR. Jesús, en el Evangelio proclamado, nos dice, y te dice con claridad: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas”. Es lo que debes ser, un buen pastor salesiano que da la vida, que entrega su vida, que la da generosamente, sin cuidar tiempo o momentos, que la da entera por el bien de los demás, de manera especial, por esas “ovejas juveniles”.

“Cuando hay un buen pastor que hace avanzar, hay un rebaño que sigue adelante. El buen pastor escucha al rebaño, conduce al rebaño, cura al rebaño. Y la grey sabe distinguir entre los pastores, no se equivoca: el rebaño confía en el buen Pastor, confía en Jesús. Sólo el pastor que se parece a Jesús da confianza al rebaño…” (Francisco).

Mi querido Harry, elegir vivir ese estilo del Buen Pastor, es elegir a Jesús como centro de tu vida sacerdotal. Debes parecerte a Jesús, y esa será una tarea de toda tu vida sacerdotal.

Como salesiano, elige la MANSEDUMBRE del buen pastor. Francisco nos dice que, “Uno de los signos del buen Pastor es la mansedumbre. El buen pastor es manso. Un pastor que no es manso no es un buen pastor”. Recuerda que Francisco de Sales nos señaló un camino de amor, “hacerlo todo por amor, nada por la fuerza”.

Elige, como un buen pastor salesiano, la CERCANÍA y la TERNURA como estilo de vida. Francisco afirma: “El pastor es tierno, tiene esa “ternura de la cercanía”, conoce a las ovejas una a una por su nombre y cuida de cada una como si fuera la única, hasta el punto de que cuando llega a casa después de una jornada de trabajo, cansado, se da cuenta de que le falta una, sale a trabajar otra vez para buscarla y encontrándola, la lleva consigo, la lleva sobre sus hombros”. Yo te aseguro querido Harry, que hoy serán noventa y nueve las que no están, y te tocará salir a buscar, a llamar, a encontrarlas y llevarlas al redil. Debes ser cercano, debes buscar siempre esa cercanía, debes procurar, como le pidió Don Bosco a Miguel Rúa, “hacerte querer”, jamás hacerte temer.

Elige siempre testimoniar a CRISTO, SUMO Y ETERNO SACERDOTE. Cristo debe ser para ti modelo de sacerdote. Un Cristo que se acerca al necesitado. Cristo que sana y cura. Cristo que se agacha para lavar los pies. Cristo que sirve a todos porque no ha venido a ser servido sino a servir. Cristo que perdona con misericordia al pecador. Cristo que se hace pan para ser partido. Cristo buen pastor, puerta del redil, que llama y envía. Y es ese Cristo a quien eliges hoy, quien te acompañará siempre en tu camino y será compañero de camino de todos los que caminen contigo.

Elige ser siempre y para siempre SACERDOTE. Recuerda que, “Ser sacerdote es una gracia, una gracia muy grande que no es en primer lugar una gracia para nosotros, sino para la gente” (Francisco). Sé ese sacerdote, no para ti. No creas que hoy que comienzas a ser sacerdote ya has alcanzado algo, te digo con dureza, pero con amor de hermano y de padre, no has alcanzado nada, hoy comienzas un camino, hoy comienzas una vida para entregarla siempre en bien de los demás, en bien de los jóvenes y no olvides nunca las palabras de Mamá Margarita a su hijo: “Recuerda Juan, comenzar a ser sacerdote es comenzar a sufrir”.

Elige ser un SACERDOTE ALEGRE. Don Bosco decía que, “Dios favorece al hombre alegre”, y creo que favorecerá mucho más al sacerdote alegre. Celebra los sacramentos con gran alegría, pero también con gran profundidad. No caigas en la rutina de la vida sacerdotal, no seas un sacerdote más, sé cada día un sacerdote hombre de Dios.

Hay muchas otras elecciones. Te diría que debes elegir ser un salesiano de verdad, un verdadero hermano, que vive la fraternidad, la caridad en tu comunidad, no de palabras, sino de obra, de verdad, con hechos. Elige ser humilde, porque como dice el Papa Francisco, “Para ser un buen sacerdote no cuenta el curriculum, sino la humildad”. Elige, ante todo, ser siempre fiel. Cada día vuelve a dar tu sí, cada día renueva tu fidelidad al Señor y a los jóvenes. Y, algo muy importante, elige ser SANTO. Encuentra en tu sacerdocio el camino de tu santidad.

Termino, recordándote las palabras claras y firmes de Don Bosco a un sacerdote: “No abandone su campo de trabajo. ¿Hay que trabajar? Moriré sobre el campo de trabajo. ¿Hay espinas? Con las espinas cambiadas en rosas los ángeles tejerán para usted una corona en el cielo”. Que se teja esa corona, porque habrá espinas y mucho trabajo.

Por último, elige caminar en tu sacerdocio de la mano de MARÍA, nuestra Madre Auxiliadora. Ella no te dejará nunca solo. Ella será la compañera de tu vida sacerdotal y la guía de los momentos difíciles, que te aseguro los tendrás. ASÍ SEA.