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Sueño con pastores unidos a su Obispo, unidos a sus hermanos sacerdotes.

Quito, 24 de julio de 2021

 Por Mons. Alfredo José Espinoza Mateus, sdb

Hay días que parecen no llegar, que a veces se ven lejanos, o que se alejan cuando uno cree que se acercan. Quizás ustedes vieron lejano el día de su Ordenación Sacerdotal cuando empezaron esta “aventura” de camino. Pensaron que eran muchos años por delante, o también, vieron postergarse esa ordenación por uno o por otro motivo.

No importa cuán lejano vieron ese día o cuanto se pudo retrasar, hoy están aquí, en esta Catedral Primada, están aquí ustedes, Patricio, Jimson y Jesús y es en este día en que serán ungidos sacerdotes y saldrán a anunciar, a predicar, a curar, a partir el pan, a perdonar pecados y sobre todo, saldrán a vivir su sacerdocio en santidad, ésa debe ser la meta.

Están aquí con sus familiares y amigos, están aquí con sus hermanos sacerdotes, estás tú, de manera especial querido Jesús, con la compañía espiritual desde el cielo de tu padre y de tu madre, recientemente fallecida.  Ellos te acompañarán siempre y serán tu luz y tu fortaleza.

Están aquí, como dice el salmista, para “proclamar sin cesar la misericordia del Señor”. Sí, queridos Patricio, Jimson y Jesús, el Señor que los ha escogido, que los ha llamado, es quien los envía a proclamar su amor misericordioso para con todos. Háganlo con todas las fuerzas de sus corazones jóvenes. No es fácil responder a la llamada, no es fácil lo que el Señor les pide a ustedes. No lo ha sido para ninguno de nosotros, sus hermanos sacerdotes, y no lo será para ustedes tampoco.

Jeremías es consciente de ello. Él sabe que ha sido consagrado y escogido desde el vientre de su madre para ser un profeta. De igual manera ustedes, queridos Patricio, Jimson y Jesús, son consagrados y escogidos por el Señor para ser profetas de la misericordia de un Dios cercano. Y es con la fuerza del Señor que podrán ser esos profetas, pues como dice el salmista, “… lo he ungido con óleo sagrado a fin de que mi mano lo sostenga y lo revista de valor mi brazo”.

Sabiendo que están sostenidos por la mano de Dios, les digo a ustedes: “No tengan miedo”. ¿Es natural tener miedo ante esta misión que inician hoy? Yo creo que sí, pero, recordemos las palabras del salmo: “Mi amor y mi lealtad serán su escolta” y ustedes podrán decir: “Tú eres mi Padre, mi Dios, mi roca salvadora”.

Quizás a lo largo de sus vidas habrán dicho muchos “peros” al Señor. Es que como Jeremías nos cuestionamos ante la magnitud de la misión: “… no sé hablar, soy demasiado joven…” y tantas otras inquietudes que vienen a la mente y al corazón. Pero el Señor, como a Jeremías, les dice hoy a ustedes: “No digas: “Soy demasiado joven”, porque tú irás adonde Yo te envíe…” Y la voz del Señor será una fortaleza para ustedes: “No temas delante de ellos, Porque Yo estoy contigo para librarte”.

No teman nunca queridos Patricio, Jimson y Jesús, el Señor está con cada uno de ustedes y lo estará siempre. Sean disponible a lo que Dios quiera y les pida. El Señor tomará la vida de ustedes desde ahora, porque es el Señor la razón de la vida sacerdotal, será la fuerza, consuelo y alegría en sus vidas. Estarán temblando al postrarse hoy, y ése es el gran misterio, postrarse para levantarse como sacerdote.

Cada uno diga hoy: “Aquí estoy Señor, toma mi vida. Sacerdote para siempre quiero ser”. Sean siempre sacerdotes del Señor, sean siempre esos buenos pastores a ejemplo del Buen Pastor que es Jesús. Y aquí quiero decirles con qué pastores sueño yo para esta Iglesia de Quito, mi Iglesia, la Iglesia de ustedes, la Iglesia de todos nosotros los que estamos aquí.

Sueño con pastores que sean “nuevos evangelizadores”, que se sientan enviados, que sientan la urgencia de evangelizar y no escatimen tiempo para esta misión, que se den por completo, que quemen sus vidas en la tarea.

Sueño con pastores que sientan la urgencia de salir a anunciar y testimoniar al Señor en este mundo, que anuncien, como dice Francisco, “el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo”.

Sueño con pastores que tengan un contacto más vivo, lúcido y apasionado con Jesús. Es que, “no habrá nueva evangelización si no hay nuevos evangelizadores” (Pagola) y para serlo, necesitamos dejarnos quemar por la pasión del Señor y por la pasión del Reino. Jesús debe ser para ustedes, queridos Patricio, Jimson y Jesús, la fuente, el inspirador y el modelo de toda su evangelización y de todo su sacerdocio.

Sueño con pastores alegres, que anuncien y salgan a “evangelizar con alegría”. Pastores entregados, decididos, valientes y arriesgados.

Sueño con pastores hombres de Dios, hombres de oración. Francisco lo dice claramente: “El sacerdote es hombre de oración, porque la vida interior del sacerdote repercute en toda la Iglesia, empezando por sus fieles… De esta relación de amistad con Dios se recibe la fuerza y la luz necesaria para afrontar cualquier apostolado y misión, pues el que ha sido llamado se va identificando cada vez más con los sentimientos del Señor y así sus palabras y hechos rezuman ese sabor puro de amor de Dios”.

Sueño con pastores obedientes para predicar el evangelio a toda criatura: Recuerden que, “El Señor llama al ministerio para ser sus “testigos ante el mundo… No somos propietarios de la Buena Noticia, ni empresarios de lo divino, sino custodios y dispensadores de lo que Dios nos confía a través de su Iglesia, y esto supone una gran responsabilidad, pues conlleva preparación y actualización de lo aprendido y asumido”

Sueño con pastores libres, que vivan una auténtica libertad interior, esa libertad que viene del Señor. Francisco nos dice con claridad: “El sacerdote es libre en cuanto está unido a Cristo, y de Él obtiene la fuerza para salir al encuentro de los demás”.

Sueño con pastores unidos a su Obispo, unidos a sus hermanos sacerdotes. Pastores que construyen una verdadera fraternidad, porque la llamada es individual, pero conlleva el caminar juntos, el salir juntos para ir al encuentro con el hermano. No sean nunca pastores individualistas, alejados de sus hermanos, despreocupados e indiferentes a los demás. Vivan la fraternidad como un don y una tarea permanente.

Sueño con pastores que sepan ungir en la esperanza en medio de este mundo desesperanzado por esta pandemia. “Testimonien con su vida la compasión y misericordia que sólo Jesús nos puede regalar” (Francisco).

Sean esos pastores, esta Iglesia los necesita y al mismo tiempo camina con ustedes. Salgan bajo la mirada de María, nuestra buena Madre. ASÍ SEA.